El vínculo que se crea entre un perro y su propietario va mucho más allá de la simple compañía. En la mayoría de los casos se convierte en un miembro más de la familia. Nuestra mascota es la primera que nos recibe cuando llegamos a casa, la última que se despide de nosotros cuando nos vamos a trabajar, e incluso a veces, es nuestro más fiel confidente cuando hemos tenido un mal día.
